martes, 3 de julio de 2012

  
(Del poemario "Sentada en mi silencio")
ZAGLA


Ineludible 

Abrojos amarrados sutilmente
A los encajes de mi cerebro.
Hay tejidos que desconectan
Lo que nunca debió haberse roto.

Un ser anquilosado en una tapia,
Un fósil de la amargura humana.
Un dictamen apoyado en el espejo
De los miembros de la pulcritud,
Ya anciana.

Huelo de cerca los lamentos,
La pereza, los asquientos gemidos.
He probado con las papilas quemadas
Las dichas que como hostia ponen
Los sabios en mi boca.

Ahora que estoy muerta,
Los huecos de la luna entienden
Cómo soy por dentro.
Saben los rayos del sol
Cómo se puede quemar el estiércol.

Hoy que nací de nuevo
Mis ojos no ven más que
Lamentos.




Connivencia

En el rasero de los hechos
Los muertos pululan su vieja angustia.
Las vértebras se enhebran una a una
Intensificando amargura en su historia.
Nervudos moluscos nos habitan el silencio
Y la malva nos deteriora los nervios.
Agujillas nos perpetran los ojos
Y versos negros comentan triunfantes bazofias.
Todo se nos parece.
La polilla consume todos los días
Un poco de metáfora
Para sufrir la sociedad.
Tanto se nos parece,
Devoramos libros
Y las palabras se depositan,
Estreñidas o fluidas,
En apestosas letrinas de ingenuidad.
Gusanos acontecen las quimeras de los parcos
Densas maderas y superfluas letras lapidarias.
Agonizan las bestias entre calles de cera,
Escurridas en muebles
Y hundidas en el ocio de la lluvia.
Duele y duele la genial mentira,
Nos augura la indecencia de sabios
Y la invivible compañía de los mortales.