domingo, 4 de marzo de 2012

Poemas en silencio

I
Quisiera verte como un desconocido,
Sorber un jugo para llamar tu atención.
Tu irreverencia cómplice
Sorprendería mis ojos junto a tu imponente imagen.





Hemos hablado de todo,
Aún poco para mí que conservo las notas
De tus melodías recién compuestas para el amor
En mis oídos de neonato frente a ti.

Viajo en tu mano, cargada de tantas cosas del día,
Tantas que callo para no aburrirte,
Otras tantas que olvido y así no obligarte a sentir
La necesidad de una caricia y el ojo oscuro del cuerpo deseado.

He apagado la luz y el incendio como si fueran la misma cosa
Y solamente he quedado con la idea del duelo.
Ya no le corro al cuerpo,
Cada día procuro silenciarlo para no molestarte.

Hoy, me sentaría de nuevo en el sitio
Donde te conocí, leería poesía a un amigo
Y pasaría la tarde perdiendo el tiempo
Para encontrarte… otra vez.



II
Saltan ideas como sapos en ebullición, desde mi silencio;
Vierten líquidos en mis dudas y desconectan los enchufes
De mis respuestas.
No sé por dónde voy, el camino sube por tu mano llena de aire
Y mis ojos no alcanzan a ver lo que imagino bajo el agua.
Aliento oculto bajo las rocas de la ingenua pasión que mata.
Un surco detrás de la lengua, arañado con las tristezas
De mis azules impotencias.




III


Tengo aire de ti
Mis besos juegan a tu piel.

Soy parte del conjunto de tu cuerpo,
de los cuadros de tu camisa a rayas.

Ventilo una soledad
que también te pertenece.



Elevo pequeñas angustias
Con el hilo de tus generosos sueños.

Viajo también sin tormentas
Detrás de tus profundos abismos.

Hay una locura en esta terquedad
De llevarte en mi vientre.

Un extravío transforma mis emociones
Queda una sencillez colmada de recuerdos.














IV

MUERTE

Hoy, acelerada y palpitante, se acerca la muerte;
Palabra muerte como vaho de mar,
Infinita.

Lejos, respira, y su tibio aliento llega a los sueños
De mis temores.
Pensar morir, útil manera de respirar sin dolor.



El rezo, palabra estudiada, crea eco;
Abismo interminable del grito,
Lluvia extendida sobre la dulce alfombra de la soledad.

Huecos en la puerta, rota de abrazos;
Los besos hundieron la idea del amor
En las cortas impaciencias de los días,
En el interminable bostezo de las fantasías.





Enero – Febrero 2012

Poemas en silencio

I
Quisiera verte como un desconocido,
Sorber un jugo para llamar tu atención.
Tu irreverencia cómplice
Sorprendería mis ojos junto a tu imponente imagen.





Hemos hablado de todo,
Aún poco para mí que conservo las notas
De tus melodías recién compuestas para el amor
En mis oídos de neonato frente a ti.

Viajo en tu mano, cargada de tantas cosas del día,
Tantas que callo para no aburrirte,
Otras tantas que olvido y así no obligarte a sentir
La necesidad de una caricia y el ojo oscuro del cuerpo deseado.

He apagado la luz y el incendio como si fueran la misma cosa
Y solamente he quedado con la idea del duelo.
Ya no le corro al cuerpo,
Cada día procuro silenciarlo para no molestarte.

Hoy, me sentaría de nuevo en el sitio
Donde te conocí, leería poesía a un amigo
Y pasaría la tarde perdiendo el tiempo
Para encontrarte… otra vez.



II
Saltan ideas como sapos en ebullición, desde mi silencio;
Vierten líquidos en mis dudas y desconectan los enchufes
De mis respuestas.
No sé por dónde voy, el camino sube por tu mano llena de aire
Y mis ojos no alcanzan a ver lo que imagino bajo el agua.
Aliento oculto bajo las rocas de la ingenua pasión que mata.
Un surco detrás de la lengua, arañado con las tristezas
De mis azules impotencias.




III


Tengo aire de ti
Mis besos juegan a tu piel.

Soy parte del conjunto de tu cuerpo,
de los cuadros de tu camisa a rayas.

Ventilo una soledad
que también te pertenece.



Elevo pequeñas angustias
Con el hilo de tus generosos sueños.

Viajo también sin tormentas
Detrás de tus profundos abismos.

Hay una locura en esta terquedad
De llevarte en mi vientre.

Un extravío transforma mis emociones
Queda una sencillez colmada de recuerdos.














IV

MUERTE

Hoy, acelerada y palpitante, se acerca la muerte;
Palabra muerte como vaho de mar,
Infinita.

Lejos, respira, y su tibio aliento llega a los sueños
De mis temores.
Pensar morir, útil manera de respirar sin dolor.



El rezo, palabra estudiada, crea eco;
Abismo interminable del grito,
Lluvia extendida sobre la dulce alfombra de la soledad.

Huecos en la puerta, rota de abrazos;
Los besos hundieron la idea del amor
En las cortas impaciencias de los días,
En el interminable bostezo de las fantasías.





Enero – Febrero 2012