jueves, 8 de junio de 2023

  

PROFESOR DE PLANTA

 

Con una lágrima en el ojo izquierdo,

Le digo: me mató la pasión.

 

Una ilusión pasada por entrevistas y méritos

Se convirtió en un karma de tiempo completo.

 

Soy profesor o qué soy.

Tal vez el desprecio de esta ultimada Educación,

Quizá el duelo de la presencia sin corazón.

 

O, por fin, un grito del que le cuesta educarse,

Pregonar y descuidarse

Ante una sociedad sin convicción.

 

No me convenza de mi error,

Piense en lo que Usted aportó

Para que esta escuela fuera un horror.

II

¿Un profesor de planta?

Cuando nació, cómo germinó

Cuando estudió, qué terminó.

Una planta con su savia bruta

Colma de líquido sabio

Un árbol genealógico.


Una planta verde, se extiende

En ramas de donde brotan frutos,

nunca iguales.

Un profesor de planta,

Se siembra en su escritorio,

Disemina su savia por el aire quieto

Derriba los frutos sobre sus alumnos

Y tilda con ellos sus próximos recuerdos.


Un profesor de planta

Se mueve sólo con el viento,

Pero no se desplaza porque por dentro

Está seco, lleno de hormigas que no puede sacudir,

Lo muerden paulatinamente y devoran sus bellos sueños.


Un profesor de planta

Siempre mira la luz y por ahí se va,

La luz de todos y no la de su propia verdad.

zagla (escrito durante muchos años, observando profesores tristes)

Chamizo y simple rosa

jueves, 1 de junio de 2023

 



ABRIR LAS ALAS (zagla, 01-06-2023/12:44 a.m.)

 Humano de hoy,

Alas cubiertas de la fría espera.

Aterido bajo un espejo solitario,

Donde se cruzan el recuerdo y el silencio.

Secas las plumas, las acomodas una a una,

En el ruidoso orden de las tumbas sepulcrales.

Atraganta este sapiens

Sus tersas nubes llenas de espantos,

Que miserables se ponen al sol, cada día,

Como sempiternos gallinazos

Erguidos en cualquier árbol.


martes, 30 de mayo de 2023

Ángel de fuego en pleno vuelo

 


 

ÁNGEL DE FUEGO (zagla, 30/05/2023-6:43 p.m.)

Como un ángel raudo que rompe el silencio del cielo,

Emanó el fuego de mis entrañas y me incineré

Bajo el desprecio de la pulcra imprudencia.

Restallaron las miradas rotas por el suelo

Y la ciencia me supo a lo que saben

Los torpes escultores de la arrogancia.

La ruptura de los lazos selló los gratos recuerdos

Y comenzó a tejer los nuevos miedos.

La quietud es uno de ellos, dejar de agitar las manos

Y tener la mente en calma,

Sin desgastarse en cuadros y formatos, es otra.

¿Qué labré mientras cumplía con las tareas de los demás?

¿Cuándo rasgué mi propia piel para exponer las vísceras sin pudor?

Como parafina me derrito sin arrastrar la lluvia ni el vacío.

lunes, 26 de marzo de 2018

Rosa, un dulce recuerdo


Rosa, un dulce recuerdo
(Dedicado a la hermosa abuela de mis hijos,
Rosa Isabel Scarpetta Peña)

Rosa, el símbolo del amor que orienta; el ojo visor que ayuda sin pasión ni recuerdo.
Mujer, madre, abuela de mis hijos, vivo agradecida de tu ejemplo humano, de tu historia ¡sin más!
Vienen a mi mente las madrugadas a leer mientras -como en una fábrica- tú, en la ramada, con tu hijo y tus dos hijas, eran un engranaje de maíz, agilidad en las manos, carbón encendido, arepas armadas y asadas, listas para la próxima entrega.
Rosa, silencio, observación, cuidado de los más pequeños y de sus parientes. La lucha te alcanzó y le diste qué hacer.
Aunque tus dolores en las piernas a veces te querían doblegar, tú no los contemplaste y no les diste mayor importancia. He tenido la imagen de la fortaleza en una mujer delgada, de hablar pausado y liviano, pero de decisión rápida y audaz.

Rosa, eres maestra, educación, aprendizaje. Tú me enseñaste cómo se ama a los hijos. Me dijiste que les diera amor a los míos y no te sorprendiste cuando te dije “y… ¿qué es eso? ¿De dónde lo saco? ¿Cómo lo hago?” En medio de una sonrisa, que revela inteligencia y comprensión, afloraron de tus delgados labios las palabras precisas para calmar mi angustia: ¡tranquila, todo llega!





                                                                    ROSA ISABEL 

Con nombre de reina,

la mujer delgada enseñó, a sus hijos,
a sus nietos,
a los vecinos y parientes,
el silencio y la prudencia.
Cobijó mis miedos con explicaciones muy sencillas,
pero contundentes.
Reía con facilidad
las gracias y desgracias de lo humano.
Siempre compartió la mesa,
los alimentos, la casa,
sin importar quiénes querían despojarla.
Aun en la cama, débil de la lucha diaria,
su sonrisa no faltó.
Un chiste se manifestaba, una sonrisa,
tal vez una explosión de alegría.
 Gracias Rosa Isabel
por la paciencia, por la historia compartida
con mi árbol genealógico.
Estoy agradecida por haber llegado a tu casa
una madrugada, con las manos y el espíritu vacíos.
Ahora, con mi ser lleno de esperanza,
de tus enseñanzas, del amor que profesabas,
puedo decir: Gracias.

Gladys Zamudio Tobar (zagla)
marzo 22-2018